HOMILÍAS

25 de marzo de 2018 
Domingo de Ramos 

Extracto Homilía Monseñor Claudio Páleka

“¿Qué es Hosanna? 

Hosanna, aunque parezca mentira es algo que no sale ni del cerebro, ni de la razón, ni del intelecto, y ni siquiera sale del corazón, sale de la entraña, de la “tripa”.

Sale de las tripas, porque es... “¡Señor, Salva ya!”, “¡Salva ya!”. 

Jesús está entrando y esos que están ahí, están diciendo “¡Jesús, Sálvame ya! Como ese ciego que fue y dijo “dame la Luz”, “dame la vista”. “¡Sálvame ya!” “¡Sálvame, sálvame Señor ya!”, “necesito Tu salvación ya!”. 

Es un grito, es una imploración, es la oración de las oraciones, es algo que tiene que estar con nosotros durante todo el año, porque durante todo el año vamos a tener pruebas, vamos a sufrir injusticias, también vamos a cometer errores y pecados; pero si sale de la tripa ese “¡sálvame ya!”, indudablemente que en “ese momento” todo se va a modificar, es una palabra Santa, mágica, Sagrada, Santa, cargada de poder, viva por sí misma: ¡Jesús sálvame ya!

¡Jesús sálvame ya! 

Y en esta Pascua que tiene que ser del “goce”; en esta Pascua a la que tenemos que llegar, matando el Viernes Santo, todo “eso” que hace de nosotros personas alejadas del Señor, de la humildad, de todo aquello que Él cree es necesario limpiemos para poder hacernos a la Imagen de Él; en todo momento, debemos en nuestros corazones, repetirla como un Mantra y si es posible también..., hablándolo en voz alta sin que nadie nos escuche, hay muchos lugares para caminar y gritar: ¡Sálvame ya!

 Pero esta semana., para que Él nos pueda transmitir el Gozo de la Santísima Trinidad, esta semana lo único que tiene que haber en nuestras almas, es ese dolorido grito de salvación. Pero para decir el grito de salvación, hay que sentir que uno se está muriendo, hay que sentir que uno necesita nacer de nuevo; hay que sentir que uno quiere ser nuevo en todo; hay que sentir que uno está urgido por la presencia en el corazón de este Señor abriendo nuestros ojos, y quitándonos la ceguera. Por eso queridos, gritemos todos juntos ¡Hosanna! 

¡Hosanna en las alturas! ¡Sálvanos ya!”   

El Descanso del Cielo 2018

Homilia
15 de Agosto de 1999
Hechos de los Mariavitas VMRF
de los "Últimos Tiempos"
Primera Misa de la Hna. Eva o.m, 
como sacerdote
Misionera Fundadora
+MEM o.m. VMRF

Homilía:

+ En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Pueden tomar asiento, los que puedan.

Difícil tarea esta de dar sermones, a mí no me resulta, solamente voy a hablarles de la resurrección de los muertos. Un día especial para nosotros porque es una Fiesta Cristiana, la XII Fiesta Cristiana importante, la Gran Fiesta, la Fiesta de la Ascensión de Nuestra Señora la Virgen María Reina de las Flores.
Es la Fiesta "compañera nuestra" desde hace mucho tiempo;  apareció en nuestras vidas en cuatro situaciones especiales; por eso lo que quería decir es que, es una "vieja amiga nuestra" esta Fiesta de la Asunción.

En cuatro oportunidades nos relacionamos con ella.

-La primera vez fue en el año 1987, en enero de 1987, luego de las apariciones, las primeras apariciones de la Virgen María Reina de las Flores, pintamos su imagen, hicimos un icono de esta fiesta, no sé por qué lo hicimos, y nos acompañó durante largos años ese ícono...

-Volvimos a recordarlo, ese ícono, esa Fiesta, salió a la luz, años después en la Consagración de Monseñor; cuando Monseñor Prevost vino a ordenarlo a la Argentina, se lo obsequiamos porque era un ícono muy importante para nosotros.

-La tercera vez que aparece esta Fiesta fue en el año 1996, cuando en San José hicimos la primer misa, fuera de El Descanso del Cielo, fuera de esta Casa y un mes después sucedieron, en nuestra existencia, hechos muy importantes.

-Y el jueves estando en la Iglesia, esperando para dar los seminarios, veo unas carpetas con distintas liturgias que hemos dado y "veo" la de La Asunción de la Virgen, el 15 del 8. Entonces empecé a contar y resulta que el 15 del 8 es justo hoy.

Y... cuando hicimos las invitaciones, las tarjetas, no hicimos esa asociación, es decir, no recordábamos, porque no mirábamos el almanaque, que el 15 de agosto era la Fiesta de la Asunción, entonces: ¿qué es lo que nos quiere decir el Señor, al abrir las puertas de esta Casa este mismo día 15 del 8?

Cuatro veces pasamos por esta Fiesta.

La primera vez, cuando apareció esta imagen estábamos vivos y habíamos salido de la muerte por eso es que fue uno de los primeros íconos que se han pintado en este lugar.

La segunda vez fue cuando consagraron a Monseñor, también estábamos vivos y estábamos en medio de la muerte porque nuestra Iglesia no tenía Obispo ni número de culto. Nuestra Iglesia no era reconocida por el Estado, en consecuencia no podíamos darle a esta Virgen María Reina de las Flores, aquello que nos había pedido, que era precisamente la "continuidad apostólica" y los sacramentos, los servicios importantes para que La Palabra llegara a través de la Iglesia. En ese momento nos dio vida esta imagen.

La tercera vez, cuando fue la Fiesta en San José, fue importante porque salíamos de un tiempo muy difícil, de un tiempo muy duro, de una muerte muy grande, de una gran oscuridad. Y emergimos a La Luz, cuando Dios nos tiró un Cable a Cielo.  Nuevamente volvimos a ascender, a través de esta Fiesta de la Ascensión de la Virgen María Reina de las Flores.

Esta cuarta vez, que viene a ser este año, en este momento, viene de la mano precisamente del nacimiento al cielo de Monseñor Prevost, que fue hace un mes y unos días aproximadamente. La última liturgia que se celebró en Buenos Aires fue dedicada a su memoria.

Entonces, si bien no tenemos el ícono, la imagen, lo que ese ícono dice, vuelve a nosotros en esta Fiesta y precisamente en el día en que se abre esta Casa. El icono de la Ascensión es el ícono de la Resurrección. Es el ícono de la Vida Eterna. La Virgen María entra en lo que se llama "dormición". Para la Virgen, que era una con el Señor, la muerte no existió; la muerte fue un dormirse, un pasar a un estado distinto, y en ese pasar a ese estado distinto, Ella pudo consubstanciarse con esa Luz que la vino a buscar y la elevó a los Cielos, coronándola, haciéndola esposa de Nuestro Señor Jesucristo.

Por eso no es casual que en este día hayamos comenzado esta celebración con esta canción del "Tú resucitarás" de entre los muertos. Y tampoco es una coincidencia que el Evangelio de este día, hable de un tema tan difícil como el de la muerte y el de la vida.

Tampoco es porque sí, la Epístola. Nuestra Iglesia tiene una misión en la tierra. Y esa misión fue dada por la Virgen María Reina de las Flores...

Sabemos que hay muchos errores, hay muchas dificultades, nuestras limitaciones son grandes, pero esa es nuestra tarea... no sabemos por qué el Señor ha puesto sus ojos en nosotros y nos tiene misericordia y nos ayuda y nos da fuerzas para seguir adelante aún en la imposibilidad.

Por eso a lo mejor esa lectura de esa Epístola, nos incluye un poquito en la tarea de lo que esta Obra debe realizar para el mundo y para Dios.

Pero, la lectura del Evangelio me lleva a algo muy importante, que es pensar en estos siete días de la creación, representados por estos siete esposos de esta alma que es viuda, que trata de construir en la tierra sin Dios y que no puede. Y dice el Señor que la Resurrección es de aquellos que no hacen simiente en el mundo, simiente quiere decir que no pueden construir en el mundo una eternidad. Aquel que crea que la vida la construye ahora y que luego no hay nada por hacer, se equivoca. Por más que lo intentemos una y otra vez, sin la participación de Dios es imposible esto de alcanzar la Vida Eterna.

Podremos tener muchas cosas materiales, podemos darnos gustos, podemos disfrutar más o menos, sufrir más o menos pero alcanzar la Gloria de la presencia de la Luz, es algo que sin La Luz es imposible de obtener.

Nuestra Señora la Virgen María Reina de las Flores, la Virgen María, fue esposa de Nuestro Señor Jesucristo; a Ella, en la humildad de su vida, "el encuentro" con el Señor, la unió a Dios permanente.

Esa unión a Dios, es la que le permitió crear una descendencia, nosotros formamos parte de esa descendencia. Por eso, Ella es la que nos hace nacer a la Luz en este Camino Blanco de la Salvación dándonos a luz y nosotros, formamos parte de esa Luz, para ver esa Luz al fin de los tiempos. La Resurrección no es imposible.

La Virgen María Reina de las Flores vino a enseñar que la Resurrección es posible sólo por un acto,  el de la Fe. Poder creer que Ella es una realidad, poder creer que Ella existe, poder decirle "Sí", a Dios.

No se necesita ser inteligente, no se necesita ser capaz, no se necesitan muchas luces, al contrario, creo que lo que más se necesita es mucha oscuridad para poder ver La Luz de Dios, para poder decirle Sí a Dios. Para decirle a Dios "te necesito, necesito que vengas a mi vida", eso es lo que nos ha venido a enseñar Ella.

Esta Casa hoy abre sus puertas, abre puertas de Luz, en un tiempo estas puertas tuvieron que cerrarse porque acá había mucha oscuridad, los que vivimos en esos meses del año 1986, desde mediados de año hasta fin de año dentro de esta Casa, vivimos el infierno, vivimos la muerte y vivimos la resurrección.

Por primera vez se abre la Puerta de ese misterio; a través del Libro de La Casa el Señor ha querido que se comenzara a difundir lo que aquí pasó.

No se cuenta todo, se cuentan algunas cosas.

En lo personal lo que les puedo decir, es que aquí pasaron dos hechos importantes:

Un hecho fue la vivencia plena y absoluta de la muerte, que pasamos los que estuvimos acá. La aparición de la Virgen María Reina de las Flores y la Resurrección que vino de Su mano. Cuando la Virgen vino, el lugar era muy difícil de transitar.

En noviembre del año 86, la Virgen dice: "esta es La Casa del Señor" y en el año 86 días después en diciembre el 8 de diciembre, la Virgen nos da el Madre Nuestra para que Su bendición nos acompañe y para nunca más volver a aquello que habíamos vivido.

Y en una Pascua especial, no recuerdo si fue en el año 87 o en el 88, está en el Libro de La Casa, se vivió en este lugar en este mismo recinto, un Jueves Santo en una sala que da al patio y es "la sala de los encuentros". Esa noche, la noche del Viernes Santo. Del viernes al sábado, Nuestro Señor Jesucristo estuvo solo, estuvo solo, mientras los ángeles cantaban en este lugar. Y el sábado a la noche, resucitó. Lo que pasó ese día, esos dos días de esa Semana Santa, representa la historia de La Casa. La historia de La Casa es una historia de muerte y de resurrección, esta Casa y los que han transitado por esta Casa, (muchos han venido en una situación de muerte y han podido resucitar). Porque han podido nacer a la Luz, porque Dios les dio principio en esa Luz. Los que no han permanecido en esa Luz, le dieron fin a esa Luz, entonces ya no están.

Y algunos otros, creyendo o no, o manteniéndose al margen, en fin, no han abierto juicio y de alguna manera, el tiempo hace que vuelvan a aparecer.

Se abren las puertas de "la casa" porque quiere... La Casa quiere decir que está viva y que tiene que seguir dando nacimientos .

Se abre en este día porque la Virgen viene a realizar una tarea importante a partir de este momento. Porque algo en nuestro movimiento espiritual va a cambiar. Porque sabemos que este fin de milenio va a traer muchas cosas y para nuestra Iglesia esas cosas van a ser decisivas.

Sabemos que viene un tiempo extraordinario, para nosotros, porque la manifestación y la presencia de Dios va a ser cada vez más fuerte. Queremos compartir el misterio de La Casa con todos, lamentablemente no entra más gente, sino habría más gente.

A partir de este momento se van a realizar una serie de rituales, nos encontraremos acá para hablar de Dios, nos encontraremos acá para rezar la Cadena Alquímica del Amor. Nos encontraremos acá para salvarnos.

Ayer, hoy, mañana, La Casa siempre vive, La Casa siempre late.

Aunque las puertas estén cerradas, para adentro tiene vida y cuando se abren manifiesta esa vida que se fue construyendo. Hay mucho para decir, hay cosas que no se dicen, de las cosas que tanto dicen en el mundo.

Pero hoy, creo que las palabras están de más, me parece que lo importante es marcar la Ascensión, la elevación a los Cielos. Un gran cambio, una gran transformación, una Fiesta de Luces, empieza el ciclo de la Virgen María Reina de las Flores a partir de este momento, de acá a fin de año, hasta enero.

Y como gracia, como cosa maravillosa, para los que están, para los que pudieron venir, vamos a venerar al final de esta liturgia, el cabello de la Virgen María Reina de las Flores que nos dio a nosotros en custodia y que por primera vez va a ser mostrado en su casa, en su casa de retiro y oración, a todos los hijos que han venido hoy a verla.

Sé que cada uno desde lo suyo, desde su interior tiene su experiencia con la Virgen, con Dios o con La Casa.

La Casa es el corazón de cada uno, La Casa es el lugar en donde Dios mora.

Estaba leyendo hoy el Introito y dice:

 "Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, descendiendo del Cielo preparada como una esposa que se engalana para su esposo".

Y esta esposa es distinta, la de los Evangelios, esta esposa que se engalana en este caso en nuestra Virgen, Ella, fíjense si ustedes la ven, está vestida como en nuestros casamientos están las novias porque tiene una corona, tiene una corona de flores que es precisamente lo que hoy el Señor le pone en el Reino de los Cielos.

Porque hoy la hace Reina de los Cielos y la hace formar parte de esa Trinidad. Esa misma parte que nos va a tocar a nosotros cuando vayamos de Su mano.

¿Y cómo sigue el Introito?

"Y oí una gran voz, que venía del Cielo y decía: he aquí la casa de Dios está en medio de los hombres".

La Virgen dijo: "esta es La Casa del Señor".

Y para no aburrirlos, una vez en "esta cripta" el Padre de los Cielos, nos dijo que Dios, que el Cristo nos iba a contar una historia.

Y nos contó que cuando Él andaba por la tierra, estaba sentado a la puerta de una casa que tenía una puerta parecida a esta y estaba con sus discípulos, estaba con Pedro, estaba con Santiago, estaba con Juan y les dijo: "yo dentro de mucho tiempo voy a ir a un lugar en donde voy a hacer Mi Casa y en esa Casa vendrán muchas gentes, y en esa Casa estará mi Madre".

Y entonces empezó a contar la historia de esa Casa, y los discípulos le dijeron: "pero, Señor ¿quiénes son esos? Nosotros queremos estar".

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Nosotros creemos en el fin que es un principio, nosotros creemos en el Reino de los Cielos, nosotros sabemos que la muerte no existe, porque cuando se está unido a Dios la muerte pasa a ser solamente una "dormición", "eso", un estado, un cerrar los ojos y dormir hasta que viene la voz de Dios y dice: “¡Levántate y anda!” Y volvemos a la vida.

No existe la muerte, la experiencia de la muerte es algo que lamentablemente no se puede evitar. No se puede trasmitir porque es un acto de fe, por más que les cuente cómo es, cada uno tiene sus miedos, cada uno tiene sus reticencias, su escepticismo, en fin es una experiencia.

Lo único que les puedo decir desde este lado, de este lado de la resurrección, porque quien ha pasado por la muerte puede decir lo que es la resurrección... les puedo decir, no tengan miedo, entréguense al Señor, sientan esa luz, tómense de la mano de esta Virgen y la salvación estará con todos ustedes.

¡Llévenla a su corazón y vivan!




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Extracto Homilía de La Transfiguración
5 de agosto de 2017

“Un buen día, a los 24 años, caminando a las afueras de Asís, vio la Iglesia de San Damiano que estaba abandonada, y por esas cosas del Espíritu Santo, que te empuja, se le ocurrió entrar a rezar; lo único que quedaba era un Crucifijo pintado, medieval, él se arrodilla, reza, y de pronto ve que en la imagen del Cristo, la boca se empieza a mover, y le dice: “Francisco, mira mi Casa, se está desmoronando, arréglala, constrúyemela, vuélvela a poner en pie”. Y Francisco a partir de ese momento es San Francisco… a partir de ese instante empieza a correr piedras, a limpiar, a pintar, se suman algunos que lo ven desgarrarse porque es un muchacho de manos finas, tocaba el violín; y reconstruye esa pequeña Casa de Dios porque siente que el pedido parte por ahí, por lo concreto, concreto, concreto de levantar la Iglesia pequeña de Jesús en ese lugar.

Luego su vida lo va a llevar a demostrarse a sí mismo que Jesús le pedía algo muy amplio, pero todo empieza por el hecho concreto de que no hay Iglesia si no hay, aunque más no diga, Pedro: ¡tienda, tienda!

……

La Transfiguración ofrece tantas, pero tantas claves, pero hay una primera para mí, es la siguiente:

1- Todo trabajo por Dios, es un trabajo de elevación difícil, todos estamos subiendo una montaña, esa montaña es Sagrada, la sube nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu.

2- Todos, todos, todos necesitamos construir nuestra tienda, altar, Iglesia, ya sea en nuestra alma, y como comunidad una gran Iglesia; sin Iglesia concreta no hay la posibilidad, sin Iglesia construida, sin Iglesia con ladrillos, no hay la posibilidad de que Dios more entre nosotros.

Monseñor Claudio Páleka

Arzobispo Iglesia Mariavita VMRF

Santuario Padre de los Cielos. Bs As. Argentina